Un espectacular dispositivo policial conjunto entre los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional permitió desarticular, tal como avanzó ElCaso.com, una peligrosa organización criminal, liderada mayoritariamente por personas de etnia gitana, dedicada al tráfico de seres humanos con finalidades de explotación laboral, el cultivo intensivo de marihuana y la cría clandestina de gallos para peleas ilegales. La operación, que movilizó a más de 750 efectivos, terminó con la detención de 34 personas en Catalunya y dos más en el País Valenciano. Ahora la policía catalana ha confirmado algunos detalles que se pudieron conocer durante la explotación y ha explicado algunos nuevos.
La narcourbanización de Castellbisbal
Los policías tuvieron que desplegarse con fuerza y con unidades especializadas, incluyendo el Grup Especial d’Intervenció (GEI) y el Àrea de Mitjans Aeris, para acceder a la narcourbanización de Can Nicolau, en Castellbisbal, donde parte de los sospechosos estaban parapetados con sistemas de videovigilancia y trampas para proteger las plantaciones. Tenían el control total de la zona, nadie entraba o salía de esta urbanización sin el control de los líderes de la banda. En total, se realizaron unas treinta entradas e intervenciones en Vallirana, Cervelló, Castellbisbal, Masquefa, el Pont de Vilomara y Castelló.
Durante la operación se desmantelaron quince plantaciones de marihuana, con un total de más de 11.000 plantas y casi 8,4 kg de cogollos intervenidos. Estas plantaciones, conectadas ilegalmente a la red eléctrica, consumían tanta luz como un pueblo de 1.200 viviendas. El fraude eléctrico, valorado en más de un millón de euros, obligó a movilizar técnicos de Endesa para cortar el suministro ilegal.
La organización captaba personas vulnerables de origen latinoamericano. Les prometían trabajo y grandes beneficios, pero una vez en Catalunya, las obligaban a trabajar como "jardineros" en las plantaciones, a cuidar y vigilar la droga bajo amenaza y violencia. Las víctimas vivían encerradas, en condiciones infrahumanas, y eran vigiladas las 24 horas, a menudo por hombres armados. Muchos sufrieron agresiones físicas y nunca pudieron recibir atención médica por temor a represalias, hasta que la Policía Nacional pudo iniciar la investigación para desmantelar la organización y las plantaciones.
Peleas de gallos: diversificar el negocio
Los líderes del grupo, un clan familiar violento integrado principalmente por tres hermanos de etnia gitana, no solo se dedicaban al tráfico de drogas y personas. También organizaban brutales peleas de gallos para un centenar de espectadores. En los operativos policiales se localizaron 168 gallos en condiciones deplorables y material para estas actividades ilícitas, tal como también avanzó el 27 de noviembre, el día que los Mossos asaltaron la narcourbanización de Castellbisbal, la zona cero de este entramado investigado en el juicio como caso Merchenico. También se encontró un mono y otros animales, como un caballo y un poni.
El operativo se saldó con la intervención de 50.000 euros en efectivo, diversas armas de fuego, una pistola de gas y hielo, un rifle de perdigones, cocaína y numerosos teléfonos móviles. Los responsables blanqueaban los beneficios adquiriendo propiedades y gestionando negocios vinculados a la producción de marihuana, según los investigadores.
Hasta ahora se han producido más de 35 detenciones y la investigación continúa abierta, según los Mossos. No se descartan más arrestos y nuevas intervenciones contra una organización que ha sido un duro golpe para el crimen organizado en Catalunya, que, si bien obtenía dinero con la marihuana, había creado negocios paralelos como las peleas de gallos, que también mueven cientos de miles de euros, y el tráfico de personas para conseguir mano de obra gratuita para las plantaciones de marihuana.