Un tribunal popular juzga desde este lunes a un hombre, Gabriel, y a una mujer, Maria, de 27 y 25 años, acusados de dos delitos de asesinato de sus dos hijos, menores de edad, el 14 de marzo de 2019, en la casa donde vivían, en Godella. Los dos niños se llamaban Amiel e Ichel.

La Fiscalía cree que el hombre inculcó a la mujer la creencia que la única manera de proteger a sus dos hijos, un niño de 3 años y medio y una bebé de cinco meses, era someterlos a un "baño purificador" y acabar con sus vidas para que, posteriormente, pudieran "revivir". La acusación pública mantiene asimismo que los padres se pusieron de acuerdo para bañar a los niños a la piscina de la vivienda ocupada en la cual vivían, y posteriormente les causaron la muerte golpeándolos a la cabeza.

Los hechos se produjeron el 14 de marzo de 2019, cuando primero se dio por desaparecidos a los menores y después fueron encontrados muertos y enterrados cerca de la vivienda; el hallazgo se produjo nueve horas después de que la madre, que fue encontrada desnuda y oculta en un bidón, confesara dónde estaban.

Los cuerpos de Amiel y Ichel enterrados en el jardín de casa

Los cuerpos fueron enterrados en dos fosas, una a unos 75 metros de la vivienda que ocupaba la familia de manera ilegal, y el otro a unos 150 metros, en el suelo.

En los días posteriores a este suceso, la madre fue objeto de varios análisis médicos para tratar de determinar si sufría alguna enfermedad mental, y finalmente al menos dos informes psiquiátricos, que forman parte de la causa, han determinado que sufre esquizofrenia paranoide, motivo por el cual está intensamente medicada.

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Imagen de la casa donde vivía la pareja, en Godella / GRS

En el informe remitido al juzgado por el grupo de Homicidios de la Guardia Civil se constata el hallazgo de sangre del hijo mayor en un lado de la piscina de la vivienda donde vivían y también a la chaqueta que vestía a la madre cuando los dos fueron asesinados, presuntamente, a golpes con un objeto contundente.

Por el contrario, los agentes no han podido encontrar restos de sangre de los menores en las piezas encontrados dentro de un barreño de agua en el interior de la vivienda, aunque en su informe detallan una "leve" reacción al ser tratadas con productos químicos a este efecto. Se cree que pudieron limpiar la ropa para eliminar la sangre.

El fiscal cree que en el momento de cometer el crimen la madre "sufría una esquizofrenia de tipo paranoide, que se encontraba en fase de brote agudo, y que anulaba las bases psicobiológicas de su imputabilidad (inteligencia y voluntad)".

Piden 50 años de prisión sólo por el padre

Los hechos descritos son, a juicio del Ministerio Público, constitutivos de dos delitos de asesinato, de los cuales son autores materiales los padres de los menores, con el agravante de parentesco, pero, en el caso de la madre, con la eximente completa de anomalía psíquica.

Por eso, únicamente pide pena de prisión (de 50 años, 25 por cada delito) para el padre, mientras que para la madre reclama el internamiento en un centro especializado por el mismo periodo, con un máximo de cumplimiento de 40 años en los dos casos, en virtud del contemplado en el artículo 76.1 del Código Penal.

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Agentes de la Guardia Civil en la zona donde se encontró la fosa con las criaturas, en Godella / EFE

El padre, que tiene doble nacionalidad belga y mexicana (sin antecedentes penales), y la madre, española (con antecedentes no computables a efectos de reincidencia), eran pareja de hecho desde finales de 2011.

Siempre según el escrito de calificación del fiscal, los dos vivieron en varios lugares de Europa y España y entre febrero y marzo de 2017 se instalaron en una casa en una zona rural de Godella, que "arreglaron hasta hacerla habitable" pero "sin consentimiento de su titular".

Fruto de la relación de la pareja nacieron dos hijos, Amiel e Ichel, el primero en noviembre de 2015 y la segunda en septiembre de 2018.

La madre de Maria ya vio que la pareja era un peligro

El fiscal cree que los dos "tenían y compartían creencias místico-religiosas, que habían aprendido e interiorizado" y que concretamente creían en la regresión, en la purificación de las almas mediante los baños de agua y en el renacimiento de las almas después de la muerte.

Durante los meses iniciales de 2019 estas creencias se vieron incrementadas por dos acontecimientos: el hecho de ser denunciados por el empleo ilegal de la vivienda que ocupaban y el hecho de que la madre de Maria, viendo la actitud y conducta de los acusados, estuviera pendiente de ellos "por el temor a que alguna cosa pudiera sucederle a sus nietos".

"Los acusados, impulsados por sus creencias, tomaron la determinación, que Gabriel inculcó a Maria, que la única manera de proteger a sus hijos del acoso del cual eran objeto era, previo baño purificador de sus almas, acabó con sus vidas y los envió al más allá para que posteriormente pudieran revivir", detalla el fiscal en su escrito de acusación.

En esta tesis se opone directamente la defensa del padre, que insiste en la necesidad en determinar "quién fue el autor material de los hechos" y cuestiona la capacidad de Gabriel para "convencerla para matar a sus hijos".

No creen que la madre hubiera sido influenciada por su pareja

Asimismo, insiste que el informe psiquiátrico forense de la madre claro está: "Dice que lo que hizo tiene una causa directa en los delirios y paranoias que sufría, en nada más, de manera que no se explica la participación de ninguna otra persona en el asesinato de los menores".

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Gabriel, el hombre detenido por el asesinato del dos niños, Amiel e Ichel / EFE

"Dudamos de que sea posible ponerse de acuerdo con uno esquizofrénico en pleno brote por falta de inteligencia y voluntad", sostiene la defensa, que añade que fue la madre a quien señaló a la Guardia Civil donde se habían producido los entierros, porque "el padre no lo sabía, estaba dormido cuando se cometieron los asesinatos".