La inteligencia artificial acabará con algunos trabajos y el entorno digital ha disparado las estafas. Aun así, hay profesionales, verdaderos artesanos de la estafa, que no perderán su trabajo. Que se lo digan a un profesional de la estafa y la extorsión, un vecino de Sant Roc, en Badalona, de 39 años, que ha vuelto a ser arrestado por los Mossos d'Esquadra. Ha mejorado su técnica, pero lleva quince años haciendo lo mismo, y le sigue funcionando, según ha podido saber ElCaso.com. Hasta que las víctimas superan el miedo y denuncian los hechos. Agentes de la Unidad de Investigación de la comisaría de Santa Coloma de Gramenet de los Mossos lo han detenido de nuevo en Badalona esta semana, acusado de extorsión —una más—, y después de ser entregado al juzgado de guardia, ya vuelve a estar en libertad. Los Mossos calculan que puede cometer una decena de estafas de este tipo, que evolucionan a extorsiones, cada año, pero no todas las víctimas lo denuncian.
La extorsión aprovechando el miedo de las víctimas
¿Cómo lo hace? Tenemos que remontarnos al 2 de octubre de este año, cuando ofreció la venta de una consola PlayStation por 250 euros a través de Wallapop. La oferta llamó la atención de un vecino de Santa Coloma de Gramenet, con quien pactó el precio y acordaron que la recogería y la pagaría en el barrio de Sant Roc, en Badalona. Cuando el comprador llegó a este barrio conflictivo, el vendedor subió al coche, cobró los 250 euros pactados y dijo que tenían que ir hacia la Mina, en Sant Adrià de Besòs, a buscar la consola.
Todo parecía ir sobre ruedas, pero aquí es donde nuestro protagonista comenzó su actuación. Cuando llegaron a la Mina, el estafador saltó del coche y entró en un piso. Al cabo de diez minutos, salió y explicó al comprador que algo había salido mal: los Mossos habían intervenido la consola, estaban registrando el local y habían detenido a dos familiares suyos. Para salir de aquel embrollo que hizo creer a la víctima, comenzó a extorsionar al joven, reclamándole el pago de 8.500 euros para afrontar los gastos de los abogados para liberar a su primo de comisaría. Lo acusaba de haber contado el negocio a alguien, que la policía los había seguido y que ahora él también era partícipe del caso y debía ayudarle, pagando a medias los gastos.
En un primer momento, el hombre sacó el dinero que tenía ahorrado con su pareja de la cuenta corriente e hizo un primer pago de 8.500 euros. Pero el estafador, al ver que podía seguir presionándolo, continuó extorsionándolo para pedirle más dinero. A través de WhatsApp, con mensajes y decenas de llamadas, sin amenazas directas, pero infundiéndole miedo, le reclamaba más dinero. Sin ahorros en el banco, el hombre, atemorizado, pidió dinero a su madre y también abrió microcréditos por internet para poder pagar al estafador. En total, según la investigación, llegó a entregar un total de 15.000 euros: los primeros 8.500 y dos pagos más de unos 3.000 euros, intimidado por las amenazas veladas. El estafador le recordaba que eran amigos, que podía ir a buscarlo a casa, pero que no quería hacerlo, para meterle miedo y conseguir más dinero. Cuando le pidió 11.000 euros más, la víctima, ya sin capacidad para conseguir más dinero, decidió ir a la comisaría de Santa Coloma de Gramenet y denunciar los hechos.
Tras comprobar los hechos y revisar todos los mensajes que el estafador enviaba a la víctima, aún reclamándole dinero, los investigadores de la Unidad de Investigación confirmaron que se trataba de un delito y orquestaron un plan para detenerlo. Por la idiosincrasia del barrio donde vive el estafador, y su red familiar, de etnia gitana, se decidió tenderle una trampa fuera de Sant Roc. Los agentes se hicieron pasar por la víctima y acordaron con él encontrarse frente a una tienda de segunda mano.
Trampa para detenerlo fuera de Sant Roc
Le hicieron creer que vendería el móvil y que con el dinero le pagaría 500 euros, parte de la supuesta deuda. La estrategia de los Mossos salió bien. El hombre, ya identificado, se presentó frente a la tienda con otro hombre, en coche, y ambos fueron detenidos. El acompañante quedó en libertad después de declarar en comisaría, mientras que el estafador, al día siguiente, pasó a disposición judicial por extorsión, y quedó en libertad.
En el momento de ser detenido no opuso resistencia y, aunque negó los hechos, no se mostró demasiado sorprendido. Sabía que no entraría en prisión. El hombre acumula antecedentes y es un conocido de los Mossos. Lleva quince años dedicándose a lo mismo. Anteriormente, ofrecía ordenadores y generaba un clima de terror a los compradores para pedirles más dinero, mezclando siempre la policía y detenciones ficticias de familiares. Con los años, sin embargo, el detenido ha aprendido a modular las amenazas para moverse sobre una línea fina, con una puesta en escena calculada, para generar miedo en las víctimas. Su gran complexión y altura también intimidan. Los investigadores creen que seguirá haciéndolo y que algunas de las víctimas no lo denunciarán por miedo.