Mientras el municipio de Castro Urdiales todavía está en estado de shock, la Guardia civil está trabajando para aclarar el asesinato de Silvia a manos de sus hijos adoptivos de 13 y 15 años, que han confesado el crimen después de ser detenidos. El más pequeño de ellos, que es inimputable al tener menos de 14 años, ha ingresado en un centro de menores, mientras el grande, autor material confeso del homicidio, tendrá que pasar los próximos seis meses internado en régimen cerrado, tal como ha decretado el Juzgado de Instrucción 5 de Santander a petición de la Fiscalía de Menores.

Asesinada en la cocina durante una discusión

De entre las muchas incógnitas que a estas alturas todavía esconde el crimen, la Guardia Civil ha podido confirmar que el asesinato tuvo lugar en la cocina del chalet donde vivía la familia. Los investigadores trabajan con la teoría que se habría producido durante una discusión por las notas. Días antes ya había habido un conflicto por este motivo y la hipótesis es que el tema habría vuelto a salir, pero en esta ocasión el hijo mayor puso fin a la vida de la madre clavándole un objeto punzante en el cuello. Posteriormente, con la ayuda del hijo pequeño, trasladaron el cuerpo hasta el garaje, donde lo dejaron a los asientos traseros del coche, atada de manos y con una bolsa de plástico en la cabeza.

Su intención era simular un secuestro. Eso explicaron qué había pasado a su abuela cuando le llamaron poco después. Fue ella quien, preocupada por si estaban en peligro, alertó a la Guardia Civil. Al llegar descubrieron el cadáver de Silvia, de 48 años, dentro del coche. Rápidamente, se montó un dispositivo por todo Castro Urdiales con la intención de encontrar a los niños, pensando que podían estar en peligro. Se establecieron controles en las entradas y salidas de la localidad y se miró, incluso, en los maleteros de los vehículos. Poco a poco, sin embargo, cuando los agentes empezaron a investigar, la posibilidad del secuestro fue perdiendo fuerza, mientras aumentaba la del asesinato.

Alrededores del domicilio familiar donde ha tenido lugar el asesinato. | Román G. Aguilera / EFE

Los hijos confiesan el crimen después de ser detenidos

En un primer momento, la hipótesis fue la de un crimen machista, pero se descartó rápidamente, ya que su marido estaba trabajando haciendo turno de noche en una fábrica en el País Vasco. Cuando pasaban pocos minutos de las dos de la madrugada, ya sospechando que los hijos en realidad podrían estar detrás del asesinato, los agentes los localizaron escondidos en una zona de acantilados en las afueras de Castro Urdiales. Uno de ellos arrancó a correr para esconderse tras unos matorrales, pero los dos acabaron detenidos. Ya en las dependencias policiales, confesaron el crimen.

A estas alturas, la Guardia Civil trabaja para intentar localizar el arma que habría utilizado el menor para matar su madre y que todavía no ha aparecido. Además, se están analizando unas prendas de ropa llenas de sangre que se han encontrado en un contenedor de basura muy cerca del domicilio donde se produjeron los hechos y que podrían pertenecer a Silvia. Los hechos han generado una gran conmoción en Castro Urdiales, donde se han decretado tres días de duelo oficial.