En septiembre del 2019 la policía de Castro Urdiales (Cantabria) hizo un espantoso hallazgo: dentro de una caja de cartón apareció la cabeza de un hombre. Se trataba de Jesús Maria Baranda, empleado de banca jubilado, y las primeras investigaciones señalaron su pareja, Mari Carmen Merino, como presunta autora del crimen. Tres años más tarde, la Fiscalía pide para ella una pena de 25 años, mientras que la familia de la víctima exige que ingrese en prisión de manera permanente. El juicio empieza este lunes 7 de noviembre.
Durante todos estos años la acusada se ha mantenido firme en su declaración de inocencia. Su abogado ha asegurado antes del comienzo del juicio que no hay pruebas que puedan determinar la causa de la muerte, y que seguirán negando la autoría de los hechos.
Desapareció durante meses
Nadie conocía el paradero de Jesús Maria desde el mes de febrero del 2019. La presunta asesina dijo a la familia de su marido que se había marchado de vacaciones, e incluso les facilitó un nuevo número de teléfono por donde lo podrían localizar. Las respuestas que recibían por mensaje no apaciguaron las preocupaciones de la familia, y denunciaron su desaparición en abril. Después de cinco meses de investigaciones infructíferes, la policía avisó a Carmen Merino de que revisarían el piso que compartía con la víctima para buscar más pistas.
Fue en aquel momento que la acusada entregó una caja a una amiga, diciendo que se trataba de juguetes sexuales que no quería que la policía encontrara por vergüenza. Unos días más tarde, la caja empezó a desprender una fuerte peste, y al abrirla apareció la cabeza de Jesús Maria. Los agentes no tardaron mucho en detener a Carmen Merino como principal sospechosa, y la enviaron a la prisión.
La cabeza era la única cosa que le quedaba de él
Carmen Merino siempre ha negado haber cometido el asesinato. En los interrogatorios explicó que encontró la caja delante de la puerta de su casa, que alguien la había dejado allí. La conservó, aseguraba, porque era la única cosa que le quedaba de Jesús Maria. Una señora de la limpieza declaró que la acusada le había pedido que tirara unas bolsas de basura muy pesadas un par de días después de la desaparición de Jesús Maria, pero no encontraron nunca el resto del cuerpo.
Sólo se ha podido hacer la autopsia al cráneo de la víctima, pero encontraron restos de un somnífero que apuntan a que la acusada le drogó antes de cometer el asesinato. La Fiscalía acusa a Carmen Merino de un delito de asesinato con alevosía y un agravante de parentesco. Según declaraciones del abogado de la acusada, está "ansiosa por que empiece el juicio y se dicte el veredicto".