El servicio Street View que ofrece Google Maps a menudo oculta o difumina matrículas de vehículos, caras de personas, incluso las caras de los perros, como aparte de su política de protección de datos. No obstante, en contadas ocasiones la plataforma ha ocultado una casa. La empresa decidió difuminar las imágenes de todos los periodos temporales en los cuales fue fotografiada dada la horrible historia que escondía la vivienda.

La casa en cuestión está situada en el número 2207 de la avenida Seymour, en la ciudad de Cleveland (Ohio, Estados Unidos), y no destacaba absolutamente nada: era una vivienda familiar normal y corriente, en un barrio de clase trabajadora de Cleveland. Aunque los escabrosos crímenes que sucedieron tuvieron lugar hace más de diez años, Google Maps ha mantenido la decisión de ocultar la casa a los usuarios que hacen la búsqueda. Actualmente, la casa ya no existe, puesto que la derribaron, y dados algunos cambios en la enumeración de las viviendas, aparece en Google Maps bajo una dirección diferente. En todo caso, es la mancha que se muestra en la imagen de debajo.

Los vecinos la llamaron "la la casa de los horrores"

Nos remontamos en el año 2002, cuando una chica de veintiún años, Michelle Kerry, desapareció misteriosamente cuando volvía de hacer una visita a sus primos, que vivían en la ciudad de Cleveland. Un año después, en la misma ciudad, desapareció Amanda Berry, una adolescente de diecisiete años. En el 2004, se perdió la pista de otra adolescente todavía más joven y también vecina de la ciudad, Georgina DeJesus, de solo catorce años. Las tres chicas no tenían nada en común más allá de ser jóvenes y de vivir en Cleveland, de manera que la policía investigó las tres desapariciones de forma independiente. Lo que los investigadores no podían saber ni imaginarse es que con las tres se tropezaron con la misma persona: un vecino de Cleveland que, fingiendo amabilidad, las secuestró y las tuvo cogidas a su casa durante aproximadamente diez años. La casa donde las tres chicas estuvieron secuestradas durante una década es, precisamente, la casa 2207 de la avenida Seymour. Castro trabajaba como conductor de un autobús escolar y secuestró a las chicas con la misma excusa: al verlas solas por la calle, les ofrecía llevarlas a su destino en autobús. De apariencia afable y conocido en la ciudad, nada hizo sospechar a las víctimas, y las tres aceptaron. Era entonces cuándo Castro cambiaba la ruta para llevarlas y encerrarlas en su casa.

El propietario de la casa, un hombre de mediana edad llamado Ariel Castro, mantuvo cautivas a las tres jóvenes cerradas al piso superior de su casa en condiciones infrahumanas: las tenía encadenadas y amordazadas, y mantenía las puertas de la planta superior cerradas con candado. El hombre también las sometió a numerosas torturas físicas y emocionales, violaciones, hambre y falta de higiene, entre otros. Ninguno de sus vecinos vio ni sospechó nada durante todo el tiempo que las chicas estuvieron cerradas, pero, al conocer los hechos, empezaron a denominar la vivienda "la casa de los horrores", nombre que también utilizar la prensa para referirse al caso. Una de las víctimas, Berry, llegó a tener una hija fruto de las múltiples violaciones que sufrió; tuvo que dar luz en el sótano en muy malas condiciones higiénicas, asistida por sus compañeras de cautiverio. Las otras dos víctimas relataron haber sufrido varios abortos a causa de las brutales palizas que Castro los propinaba. Por si eso no sería poco, Castro participó en las batidas que los vecinos de la ciudad organizaban para encontrar a las chicas desaparecidas, mostrándose especialmente colaborativo en la desaparición de DeJesus, ya que era amiga de su hija.

Las chicas fueron liberadas en mayo de 2013 cuando, aprovechando que Castro era fuera, Amanda pudo deshacerse de la mordaza y gritar con todas sus fuerzas. Eso captó la atención de los vecinos, que se acercaron hasta la casa y, al escuchar los gritos cada vez más fuertes, hicieron un agujero en la pared a través del cual Amanda y su hija pudieron escapar, según relataron a los medios. La chica llamó al teléfono de emergencias y explicó la situación. Los servicios de emergencias rescataron a las dos chicas que todavía estaban en la casa y las tres, además de la hija de Berry, fueron atendidas en el hospital. El mismo día, la policía detuvo a Castro. En el juicio, el hombre se declaró culpable con el fin de evitar la pena de muerte, recibiendo una sentencia de cadena perpetua. No obstante, pocos días después, el criminal se suicidó en su celda. La casa fue demolida.