Trayectos de 18 horas confinados en el maletero de una furgoneta, sin ventilación, comida o la posibilidad de salir a estirar las piernas. Así entraron en Barcelona 28 inmigrantes ilegales, procedentes de India y de Pakistán, después de pagar entre 10.000 y 12.000 euros y pasar varios meses rondando por Europa hasta que los responsables de hacer los traslados los recogían en una ciudad de Italia o de Francia previamente pactada. Siete personas han sido detenidas por estos hechos, de las mismas nacionalidades que los inmigrantes, acusados de los delitos de tráfico de personas, falsedad documental y pertenencia a organización criminal.

La investigación de la policía española arrancó en julio del 2023, cuando detectaron una primera tanda de inmigrantes indocumentados que habían llegado a Sant Adrià del Besòs escondidos en una furgoneta. En total, once personas entraron aquel verano de esta manera en Catalunya, vulnerando la legislación vigente sobre entrada y tráfico de extranjeros. Los agentes empezaron las pesquisas, averiguando en aquel primer momento que era una organización bien estructurada la que introducía a estas personas en Barcelona a cambio de una retribución monetaria importante.

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La furgoneta en la que escondían a los inmigrantes, sin luz ni ventilación / Policía Nacional

El viaje era arduo y muy largo. Llegaban a Europa a través de Turquía y esperaban varios meses hasta que eran recogidos por los traficantes. Desde que subían a la furgoneta hasta que llegaban a su destino final, que solía ser o Barcelona o Portugal, pasaban unas 18 horas apilados dentro del maletero, que carecía de ventanas, en condiciones higiénico-sanitarias deplorables, ya que no los dejaban salir durante el trayecto, teniendo que hacer sus necesidades en botellas y bolsas de plástico que tampoco podían tirar. Además, los conductores les confiscaban sus teléfonos móviles y toda la documentación antes de subir a la furgoneta, de manera que los tenían completamente controlados. A pesar de todo eso, estaban dispuestos a pagar hasta 12.000 euros con el fin de salir de sus países de origen.

El dinero lo pagaba a plazos, la primera mitad antes de empezar su periplo y el resto, al llegar a Barcelona. Una vez en la ciudad condal, los miembros de la organización les conducían a pisos patera donde los confinaban hasta que recibían la parte que faltaba del pago, y tampoco les devolvían sus pertenencias hasta aquel momento.

El dinero lo pagaban antes de comenzar su periplo. No obstante, había pasajeros que no podían pagarlo todo al mismo tiempo, y hacían los ingresos, vía transferencia bancaria, a plazos, la primera mitad antes y el resto en llegar. Una vez en Barcelona, los miembros de la organización conducían a los que no habían pagado todo a pisos patera, donde los confinaban hasta que no recibían la parte que faltaba del pago, y tampoco les devolvían sus pertenencias hasta aquel momento, teniéndolos prácticamente secuestrados. La policía ha detectado tres de estos pisos en Sant Adrià de Besòs

Una mafia bien estructurada

El grupo tenía una estructura piramidal con una jerarquía sólida. En la cima estaba el líder, que era quien se encargaba de captar a los "clientes" en sus países, con ayuda de otros miembros, ofreciéndoles facilidades para entrar en Catalunya a cambio de importantes cantidades de dinero. Estas personas eran de la misma región que los traficados, ya que, al tratarse de sociedades muy herméticas, el conocimiento del idioma y de las costumbres era clave para ganarse su confianza.

 El segundo estrato lo conformaban los miembros que recibían a los inmigrantes y los llevaban a los "pisos de seguridad". Finalmente, en la base de la pirámide, estaban los conductores de las furgonetas, que los recogían y entregaban después de atravesar varios países europeos hasta llegar a Barcelona. Estas personas conocían muy bien las carreteras y autopistas, y evitaban pasar por los controles.

En la operación que culminó con la desarticulación de esta mafia, se identificaron otras 17 personas, y a todas ellas se les están tramitando una infracción de la ley de extranjería, y están a la espera de ser repatriados a sus respectivos países.