De ser un antiguo molino a convertirse en una fábrica de marihuana. Eso es lo que ha pasado en la localidad de Bellvís, en el Pla d'Urgell (Lleida), donde un hombre extranjero había alquilado unos edificios abandonados para convertirlos en una factoría para producir este tipo de droga. No obstante, los Mossos d'Esquadra lo han acabado descubriendo. La policía catalana fue alertada de la posible actividad ilegal que se estaría llevando a término en el interior y, en las primeras vigilancias, ya vieron que tenía los accesos y ventanas bloqueadas, una conexión fraudulenta en la red eléctrica y ruidos de compresores de aire acondicionado, todos los indicios de una plantación de marihuana.
La Unidad de Investigación de la comisaría de Mollerussa se hicieron cargo del caso y empezaron a hacer vigilancias discretas para no ser descubiertos. En una de ellas, pudieron ver cómo una furgoneta de alquiler de gran volumen descargaba material. Los agentes la siguieron y la pararon unos kilómetros más allá, comprobando que sus ocupantes tenían antecedentes por tráfico de marihuana. En otra de las vigilancias, de noche, vieron cómo un camión ligero con cesta telescópica llegaba al antiguo molino y dos hombres vestidos de operarios manipulaban el palo de la luz. Al día siguiente, se comprobó que habían hecho una nueva conexión fraudulenta a la red eléctrica.
Cuatro detenidos y más de 500 plantas intervenidas
Finalmente, una vez recibido el visto bueno del juzgado de instrucción de Balaguer, el pasado 6 de mayo se hizo una entrada y registro en los edificios del antiguo molino con un dispositivo conjunto del ARRO, agentes de investigación y de seguridad ciudadana. Dentro de las instalaciones se localizaron y detuvieron a cuatro hombres, de entre 19 y 39 años, de quienes no se ha facilitado nacionalidad ni antecedentes, que se encargaban del cultivo de las plantas, aseguraron la explotación y trabajaron en la ampliación del espacio para hacer crecer el cultivo.
Los agentes encontraron un cultivo interior repartido en cuatro estancias perfectamente habilitadas por el cultivo de la droga. En dos había 260 plantas en fase de crecimiento, mientras que en las otras dos había 264 plantas de dos metros de altura, plenamente desarrolladas y cargadas de cogollos a punto de ser recolectados. Además, los responsables también tenían un espacio de secado y envasado, con calefactores, ventilación y mallas para depositar el material, donde se encontraron 465 gramos de ovillos y el equipamiento y material de pesaje de precisión y para envasar al vacío la marihuana.