Siete años viviendo un calvario y sin poder entrar en su casa, en Sils, en la Selva (Girona). Eso es lo que ha pasado a Joan, un hombre de 58 años que ha visto como quien había sido pareja de su madre durante diez años ha ocupado el domicilio familiar y se niega a marcharse. La vivienda es de la misma familia desde hace décadas y la habían ido heredando generación tras generación desde sus bisabuelos. En el año 1997, su padre murió y le dejó la casa en herencia, aunque la madre contaba con el usufructo siempre que siguiera viuda.
La madre rehace su vida y su nueva pareja acaba ocupando la casa
Al cabo de unos años, la mujer rehizo su vida e inició una relación con otro hombre. Nunca hubo ningún problema y Joan, que se había casado y vivía fuera, tenía unas llaves para poder entrar y salir cuando quisiera. En el año 2017, sin embargo, su madre murió y todo cambió. Joan pasó a ser propietario total de la casa y dijo a quien había sido pareja de su madre que se tenía que ir porque quería volver al domicilio familiar, pero el hombre se negó. Aunque la mujer y él habían comprado de forma conjunta una casa, dividida en dos viviendas y con licencia de uso turístico, en Lloret de Mor, el hombre prefería quedarse en la casa de Sils.
La intención de la madre era que, cuando muriera, su hijo pudiera recuperar el domicilio familiar y quien era su pareja se fuera a la casa de Lloret de Mar, donde además de vivir también podía sacar unas ganancias económicas alquilando una de las plantas, pero el hombre se negó. De hecho, tan pronto como Joan le dijo que quería recuperar la casa, cambió la cerradura de la puerta para que ya no pudiera volver, ha explicado el afectado a Rac1. Mientras que él se hace cargo de los impuestos y el seguro sin poder entrar durante siete años, la persona que vive allí no paga nada de nada.
Siete años de juicios sin fin
Desde el momento en que se negó a marcharse del domicilio, Joan denunció al hombre, pero han pasado ya siete años y de momento la situación sigue igual. Al hecho que la justicia de por sí ya es lenta en este tipo de litigios, cada vez que le dan la razón el hombre presenta un recurso y se vuelve a paralizar todo. Incluso, se llegó a suspender el desahucio cuando solo quedaban pocos minutos para ejecutarlo. De momento, Joan sigue con la lucha para poder echarlo y recuperar el domicilio donde desde hace años ha vivido su familia, aunque con el miedo a que cuando pueda entrar se encuentre que sus cosas, fotografías y recuerdos de sus padres y de cuando él era pequeño, ya no estén.