La Audiencia de Girona ha juzgado este jueves a la mujer que se enfrenta a 22 años de cárcel por "permitir" que un hombre violara a su hija de 8 años a cambio de dinero o drogas. Según las acusaciones, la menor convivió con los padres biológicos en Roses (Alt Empordà) el 2008 y 2009 y fue sometida a "violencia seguida propinándole palizas o rociándole la cabeza con insecticida. Además, la vejaban y humillaban haciéndola comer a gatas u obligándola a "desfilar" con ropa interior y botas de tacón por casa. Sólo han juzgado a la madre porque el padre murió.
El relato de la víctima en el juicio ha sido aterrador y ha explicado que arrastra secuelas: "Los hombres me repugnan". La acusada niega los hechos y asegura que la hija dice "mentira tras mentira".
El jefe de su padre la habría violado
La víctima interpuso la denuncia el año 2017, cuando ya hacía cinco años que vivía de manera permanente con una familia de acogida. Según ha explicado en el juicio, cuando estaba en 4.º de ESO "no pudo más": "Necesitaba explicarlo para que me ayudaran". La chica, que ahora ya es mayor de edad, ha concretado que tenía ideaciones suicidas, se autolesionaba y veía que tenía muchos problemas para relacionarse con chicos. A día de hoy esta situación persiste, explica.
El relato detallado que ha hecho describe un calvario de maltratos, abusos sexuales, humillaciones y vejaciones entre los años 2008 y 2009, el único periodo de su vida durante lo que vivió con sus padres biológicos en Roses. Entonces tenía entre 7 y 8 años, relata ACN.
La joven ha declarado que la llevaban a menudo a casa de un hombre, que ella interpreta que era como "el jefe" de su padre. Cuando llegaban al piso la joven recuerda ver cómo el jefe entregaba marihuana a sus progenitores. También como se inyectaban alguna sustancia, aunque no puede precisar cuál. Después los padres la dejaban allí y el presunto jefe la desnudaba y la violaba. Todo eso pasaba, según las acusaciones, con la connivencia de los padres y "con ánimo de lucrarse económicamente" a costa de la menor.
La víctima ha descrito al hombre y ha explicado que fue capaz de ubicar la dirección buscando el domicilio por Google Maps pero la investigación no ha podido identificarlo.
Maltrato en casa
La denunciante ha expuesto que los padres la maltrataban a menudo, tanto a ella como a su hermano menor -un año más pequeño-. "Los castigos y las palizas eran constantes", sostienen las acusaciones. Ha explicado que a menudo les quemaban con cigarrillos y después se "reían". También les rociaron la cabeza con líquido anti-escarabajos. "Teníamos piojos y nos pusieron el líquido, nos hacía mucho daño y cocía mucho", ha precisado. Eso le provocó heridas a la cabeza y actualmente todavía tiene que utilizar un champú y una loción especiales.
Tanto la chica como su hermano han explicado que sus padres los obligaban a "desfilar" en ropa interior y zapatos de tacón. Según la víctima lo hacían "para excitarse" porque después mantenían relaciones sexuales y los obligaban a mirar.
No era la única escena sexual que relatan haber visto. La víctima ha concretado que su madre ejercía la prostitución y quedaba con clientes en un vehículo y también presenciaban las relaciones.
Finalmente, los hermanos han detallado que los padres los obligaban a robar "vino y cerveza" en el supermercado y recoger comida de los contenedores: "Aquello que estaba en buen estado se lo comían ellos, a nosotros nos daban los productos en mal estado y a veces nos lo hacían comer a gatas". Además, el padre también orinó sobre ellos mientras dormían.
La defensa niega los hechos
La Audiencia sólo ha juzgado a la madre porque el padre murió. La procesada ha negado todas las acusaciones y ha dicho que "nunca" hizo daño a sus hijos. No se explica por qué interpusieron la denuncia y ha afirmado que, cuando murió el padre, ella no tenía recursos económicos y por eso se marcharon de Catalunya para ir a Castilla y León.
"No tengo ni idea de por qué me han denunciado, sólo sé que están intentando averiguar si trabajo y si tengo dinero", ha dicho. También ha negado haberse drogado nunca o haber ejercido la prostitución. Afirma que en Roses trabajó de camarera, limpiando apartamentos turísticos y cuidando de una mujer de edad avanzada. En el último turno de palabra ha afirmado que sus hijos han dicho "mentira tras mentira".
Por eso, su defensa pide la absolución porque sostiene que no hay ninguna prueba que acredite el relato de la hija. También apunta que podría haber "ánimo espurio" porque la víctima ha dicho en el juicio que acabó sintiendo "odio" por la madre biológica.
No obstante, los psicólogos que evaluaron a la víctima han concretado que el relato "cumple los criterios de credibilidad" y que le apreciaron sintomatología compatible con estrés posttraumático con conductas autodestructivas e ideaciones suicidas.
La fiscalía acusa a la madre de un delito de maltrato habitual, cuatro delitos de maltrato en el ámbito familiar a persona especialmente vulnerable, un delito continuado de exhibicionismo y provocación sexual, un delito de corrupción de menores y un delito continuado de abusos sexuales a menor de edad en comisión por omisión con agravante de parentesco. Solicita 22 años de prisión, una multa de 7.200 euros y que indemnice a la menor con 30.000 euros. También quiere que la inhabiliten para ejercer la patria potestad durante 6 años. La acusación particular se ha adherido a la petición de la fiscal. El juicio ha quedado visto para sentencia.