Un niño de siete años murió el pasado 13 de agosto tras contraer una "devastadora" infección en el cerebro provocada por una ameba, un microbio vivo unicelular llamado 'Naegleria fowleri' según su nombre científico y conocido popularmente como la ameba 'come cerebros'. Ocurrió en el condado de Tehama, ubicado en el estado de California (Estados Unidos).

Muerte por ameba 'come cerebros'

Una infección conocida por el nombre de meningoencefalitis amebiana primaria (PAM) acabó con la vida del menor. El chico, identificado como David Pruitt, fue ingresado en un hospital de California el 30 de julio tras experimentar malestar y dolor de cabeza. En el centro los sanitarios le pusieron un soporte vital debido a la inflamación que su cerebro estaba sufriendo pero no pudieron salvarle la vida. 

Agua estancada / Flickr

Agua estancada / Flickr

Las ameba "se encuentra en agua dulce templada de lagos, ríos o aguas termales, así como en la tierra", según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del departamento de Salud de Estados Unidos (CDC).

La letalidad de este parásito que habita en cuerpos cálidos de agua dulce es del 95%. En cualquier caso, la posibilidad de contaminarse con la ameba es bastante remota.

En efecto, según han confirmado los padres de Pruitt, el chico nadó en un lago antes de haberse contagiado de la ameba 'come cerebros'. La forma de contaminarse con este parásito es vía aérea a través de la nariz cuando se nada o bucea en este tipo de lugares

Los síntomas de la infección

Inicialmente puede causar dolores de cabeza, fiebre, náuseas y vómitos. Tres o cuatro días después de que empiecen estos síntomas la persona afectada empeora y puede experimentar convulsiones, pérdida del equilibrio y del control corporal, delirios, confusión, comportamiento anormal e incluso coma irreversible y la muerte.

Ameba 'comecerebros' / Cedida

Ameba 'come cerebros' / Cedida

Las personas que fallecen por la 'naegleria fowleri' suelen hacerlo entre 7 y 10 días después de la infección

De todos modos, pese a ser un microorganismo que prolifera en multitud de zonas, se conocen muy pocos casos de contagio de la ameba 'come cerebros'.