En la actualidad los deportistas de élite son valorados, en gran medida, por sus cualidades físicas y si siguen un duro entrenamiento acompañado de un estilo de vida saludable pueden extender muchos años una carrera que, a priori, debería de ser corta. Es el ejemplo de jugadores como Zlatan Ibrahimovic (40 años) del AC Milán  o Joaquín Sánchez (40 años) del Real Betis.

Hace unos años no se conocía tanto al respecto del cuidado del cuerpo y los excesos y otras actividades no estaban valoradas negativamente como sí lo están en la actualidad. Uno de los jugadores más talentosos y reconocidos fue el brasileño Manuel Francisco dos Santos, apodado Garrincha por uno de sus hermanos, por su parecido con una especie de pájaro poco agraciado, veloz y torpe. Garrincha se ganó la vida como jugador de fútbol, destacando mucho en la posición de extremo, se le considera como uno de los precursores del perfil de especialista de banda regateador.

Garrincha nació en el seno de una familia de bajos recursos que formaban sus padres y sus 15 hermanos. Mané, como también era conocido, tenía una pierna 6 centímetros más larga que la otra y sufría de poliomielitis por lo que tenía la columna vertebral torcida. No era un ejemplo de vida sana, a los 10 años comenzó a fumar tabaco y jamás dejó ese vicio. Pronto destacó en las filas de Botafogo y se convirtió en un ídolo del país levantando los Mundiales de 1958 y 1962 con la selección brasileña.

Una persona peculiar

Garrincha siempre tuvo fama de despistado, déspota y poco profesional. Cuando jugaba contra alguien se refería siempre al rival como 'Joao' de manera despectiva fuese quien fuese. Tampoco parecía conocer lo que ocurría en su entorno. Antes de la final del Mundial de 1962 preguntó a Aymoré Moreira, su entrenador, por qué había tanta gente en el estadio, ya que no sabía que ese día podía convertirse en campeón del mundo.

Garrincha celebra CBF
Garrincha celebra con sus compañeros / Twitter @CBF

Tampoco era reconocido por ser una mente brillante. Antes de ser convocado con la selección nacional hizo un test psicotécnico en el que obtuvo una puntuación de 38 sobre 123.  Con esos resultados no podía formar parte de la expedición, pero sus compañeros mediaron para que pudiera asistir por sus buenas condiciones técnicas.

Tuvo varias lesiones y sufrió de depresión. Tenía una vida poco ejemplar, tuvo 14 hijos reconocidos y varias mujeres afirmaban ser madres de más vástagos del brasileño. 

Últimos años condicionados por el alcohol

Garrincha no pudo superar sus problemas mentales y físicos y terminó retirándose a los 39 años. La artrosis en sus rodillas y los problemas con el alcohol hicieron que no destacara en sus últimos años como futbolista. Después del retiro no supo gestionar bien el dinero que había ganado y terminó arruinado. Él mismo llegó a confesar que buscó ayuda y no la encontró. Incluso llegó a pedirle dinero a Pelé en una entrevista: "Rey, ¿no tienes algunas monedas para dejarme? Sé que estás lleno de billetes".

El 20 de enero de 1983 Garrincha murió a causa de una congestión pulmonar, pancreatitis y pericarditis. Problemas asociados al alcoholismo crónico. El pueblo brasileño lloró a su estrella en un velatorio multitudinario en el Estadio de Maracaná. Carlos Dummond, popular poeta brasileño, escribió unas líneas sobre el adiós del campeón del mundo: "Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó a un país entero a suspender la tristeza. Lo peor es que la tristeza siempre regresa y no hay otro Garrincha. Se necesita un Garrincha nuevo que nos vuelva a hacer soñar".